Onçafari: el turismo del jaguar contribuye a la conservación de la naturaleza

El jaguar desempeña un papel fundamental en la conservación de otros animales salvajes; la escasa población del felino indica la necesidad de conservar más zonas de la naturaleza

08.08.24

Inspirado por los safaris en África, el ex piloto de carreras Mario Haberfeld puso en marcha un proyecto de avistamiento de jaguares en el Pantanal. Y lo que iba a ser sólo una actividad turística acabó convirtiéndose en una amplia estrategia para la conservación del mayor felino de América. Así funciona Onçafari, una ONG que desde 2011 promueve el turismo ecológico y la conservación del medio ambiente.

«Mario siempre ha sentido pasión por la vida salvaje. Viajó mucho a África y vio potencial en ese modelo de turismo con animales, basado en lo que llamamos habituación, que es acostumbrar a los animales a la presencia de vehículos. En este modelo, la gente no interactúa con el animal, sólo se acerca con el coche y, con el motor apagado, sigue su vida de cerca», explica la bióloga y Coordinadora de Conservación y Operaciones de Onçafari, Stephanie Simioni.

A lo largo de estos 13 años, se han ido incorporando nuevas acciones al proyecto y hoy el principal objetivo es la creación de corredores ecológicos. Con bases en 16 lugares de la Amazonia, el Cerrado, el Pantanal y la Mata Atlántica, defender al jaguar se ha convertido en una cuestión de honor.

«Además de turismo, hacemos ciencia, educación, gestión de incendios, proyectos sociales y defensa. También tenemos un departamento de rehabilitación y reinserción, donde recibimos animales que han pasado por una situación crítica, les ofrecemos todos los cuidados que necesitan y luego los devolvemos a la naturaleza. Y el frente forestal, donde adquirimos tierras preservadas para mantener la fauna», prosigue el biólogo.

Reserva Santa Sofía. Colección Onçafari. Imagen: Leonardo Sartorello.

El jaguar

Según Stephanie, preservar el jaguar es estratégico. El jaguar está considerado el mayor depredador de la fauna brasileña y, para vivir sano, necesita tener acceso a una cantidad suficiente de presas. Por lo tanto, su preservación está directamente vinculada a la preservación de otros animales. «Un hábitat sin jaguar indica que hay un desequilibrio ecológico y que otras especies también están amenazadas. Así que cuando protegemos al jaguar, protegemos también al resto de la cadena». 

El jaguar no sólo es soberano en la cadena alimentaria de los biomas. En las cosmologías indígenas, es el guardián del fuego, la entidad que transforma a los animales en humanos y establece la conexión entre el mundo de los vivos y los espíritus. Llevado consigo por los pueblos ancestrales, el jaguar también ocupa un lugar destacado entre los ecologistas. En un artículo publicado en Nature, investigadores brasileños consideran al jaguar una «especie icónica». 

Los investigadores señalan que el animal tiene mayor incidencia en las áreas protegidas, lo que indica que su presencia se funde con la idea de naturaleza conservada. Sin embargo, las áreas que actualmente contienen las mayores densidades de jaguares son las que se enfrentan a más amenazas antropogénicas, como la deforestación y la apertura de nuevas zonas para la agricultura y la ganadería, así como la expansión de la urbanización.  

«El jaguar es un símbolo de conservación», dice Stephanie. «Por eso decidimos trabajar con él. El jaguar llama la atención, despierta curiosidad en la gente. Y desde el punto de vista ecológico, necesita grandes extensiones para vivir. Para proteger una población de jaguares, hay que proteger grandes áreas naturales», subraya la bióloga. 

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Jaguar. Colección Onçafari. Imagen: Pedro Realí.

Turismo ecológico

Incluso con tantas estrategias en marcha, los proyectos turísticos de Onçafari siguen siendo fundamentales. Además de contribuir a la educación ambiental, el turismo es una importante fuente de ingresos para las acciones de conservación, generando puestos de trabajo e ingresos para la población local. 

«El turismo mueve toda la cadena económica donde operamos. Así, si antes el jaguar era visto como un enemigo, por atacar al ganado y todo lo demás, hoy la gente entiende que es mejor que esté vivo que muerto, porque atrae a gente de todo el mundo a admirar su presencia en vivo», dice Stephanie. 

A través de colaboraciones con el albergue Caiman, en el Pantanal, el albergue Trijunção, en el Cerrado, donde se realizan avistamientos de lobos de crin, y el Legado das Águas, en la Mata Atlántica, Onçafari ofrece a los visitantes la posibilidad de observar la vida de los animales salvajes y conocer el trabajo de seguimiento mediante tecnología sofisticada. 

Los animales son vigilados mediante cámaras trampa (cámaras TRAP) y collares de radio con GPS, que informan de su localización exacta cada hora de cada día. «No todos los animales llevan collares, ya que es una herramienta muy cara. Pero la tecnología es interesante porque nos ayuda a conocer el tamaño de las zonas donde viven estos animales, identificar sus madrigueras e incluso sus hábitos alimentarios», explica el biólogo. 

Guacamayas azules. Colección Onçafari. Imagen: Bruno Carvalho.

Supervivencia amenazada

Los datos de ICMBio indican que actualmente existe una población de jaguares en Brasil de menos de 300 en los biomas del Bosque Atlántico, Cerrado y Caatinga, menos de mil en el Pantanal y alrededor de 10.000 en el Amazonas. Esto representa una reducción del 30% de esta población en los últimos 27 años. Para Stephanie, estas cifras son preocupantes.

«Los investigadores han demostrado que si nada cambia, en los próximos 30 años el jaguar podría extinguirse en biomas como la Mata Atlántica». Entre los principales factores que amenazan a la especie están la elevada ocupación humana, el pisoteo, la deforestación, el uso del fuego y la libre circulación de animales domésticos en las zonas preservadas, como gatos y perros, que suelen cazar a sus presas y transmitirles enfermedades. 

A medida que se reducen los núcleos de población, también lo hace la capacidad de regeneración de la especie. «En el pasado, las poblaciones de jaguar estaban conectadas, había un flujo de movimiento de individuos, lo que propiciaba un intercambio de genes entre ellas. Ahora, con toda la fragmentación generada por la densificación humana, las poblaciones de jaguares se aíslan y se reproducen entre sí. Esto afecta a la variabilidad genética de la población y aumenta la propensión a la aparición de enfermedades, lo que hace a la especie más vulnerable».

Por eso, dice, es importante crear, mantener y ampliar áreas naturales protegidas que se conecten para formar grandes corredores ecológicos. «Esta ha sido actualmente la principal estrategia para conservar la biodiversidad brasileña», concluye.

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Lobo de crin. Colección Onçafari. Imagen: João Bachur.

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Maira Carvalho
Periodista y Antropóloga, Maira es responsable de informar y escribir artículos en Lupa do Bem.
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