El trabajo de las artesanas de Jequitinhonha valoriza la cultura del Valle

El proyecto, en asociación con Tingui, genera ingresos, fortalecimiento y autonomía para las mujeres rurales y para las quilombolas del Valle de Jequitinhonha

22.08.24

Con piezas llenas de significado, la artesanía de las mujeres de Jequitinhonha es pura poesía. ¿Cuánta delicadeza puede haber en los hilos de un telar? Las vivencias cotidianas se imprimen en las telas junto a ángeles, pájaros, árboles, flores, semillas y frutas. También en colchas, mantas y manteles. Las tinturas proceden de los colores de la naturaleza, las plantas y la tierra. Inspiración de la propia vida rural. 

Las mujeres de Jequitinhonha no son solo artesanas. Ellas cultivan algodón, son hilanderas, tejedoras, bordadoras, tintoreras y crocheteras. Algunas son parteras, rezadoras y curanderas. También cantan versos, muchos versos. Todo este conocimiento ha sido transmitido de generación en generación, pero, a pesar de tantos saberes, las agricultoras del Valle de Jequitinhonha se sentían desvalorizadas. Estaban perdiendo el sentido de comunidad que mantiene vivo su espíritu colectivo. El proyecto de artesanías surgió para apoyarlas.

Fue propuesto por Tingui, una asociación fundada en 2015 con el objetivo de promover el fortalecimiento y la autonomía de las mujeres rurales y quilombolas del Valle de Jequitinhonha a través de la valorización del conocimiento ancestral. “Las mujeres se estaban olvidando de toda su fuerza y belleza, estaban dejando de divertirse. Entonces, al principio, ni siquiera era un programa de generación de ingresos. Era más para que se encontraran, conversaran y cantaran mientras hacían un trabajo manual, algo propio de su cultura”, recuerda la directora ejecutiva de Tingui, Viviane Fortes da Silva.

Imagen: reproducción.

Las Mujeres del Jequitinhonha

Actualmente, el proyecto involucra a 180 mujeres distribuidas en nueve comunidades rurales y quilombolas de los municipios de Jenipapo de Minas, Francisco Badaró, Chapada do Norte y Diamantina. Los grupos están divididos entre las Bordadoras del Curtume, las Mujeres del Puente, las Hilanderas y Tejedoras de Tocoiós, las Crocheteras del Algodón y las Mujeres de Corim.

Cada grupo tiene su propia historia e identidad. Las Bordadoras del Curtume representan la vida cotidiana de la comunidad a través de dibujos creados por Diogo Guimarães, hijo de una de las bordadoras. Por su parte, las Mujeres del Puente trabajan con temas relacionados a la agricultura, plantas medicinales y aves, utilizando diseños creados por la bordadora Maria José.

El grupo de las hilanderas se organiza en cuatro subgrupos encargados de elaborar los ovillos que luego serán entregados a las tejedoras y crocheteras. Las Tejedoras de Tocoiós se dedican principalmente al cultivo del algodón, desde su plantación hasta la elaboración del producto final. Este es uno de los grupos más antiguos, surgido mucho antes del proyecto, y producen hamacas, colchas, manteles y mantas, entre otras piezas.

«Actualmente, estamos trabajando con las alforjas, trayendo la perspectiva de la agricultura familiar. Estas piezas están hechas con el algodón que estas mujeres siembran, cosechan e hilan. Así, varios grupos trabajan en conjunto: un grupo de tejedoras provee el tejido a las bordadoras, otro grupo de hilanderas abastece a las crocheteras, y así sucesivamente», explica Viviane, directora del proyecto.

Ser artesana y la cultura actual: Fortaleciendo a las Mujeres del Jequitinhonha

El artesanato de las Mujeres del Jequitinhonha se comercializa a través de la tienda virtual de la asociación Tingui y en colaboración con Marcas Mineiras, participando en eventos como la feria de la UFMG y la Semana Creativa de Tiradentes, entre otros espacios. Todo lo recaudado se distribuye entre las mujeres que forman parte del proyecto, mientras que Tingui se encarga de asesorar la producción y la venta de las piezas.

El ingreso generado por las ventas, explica Viviane, es clave porque asegura la autonomía de estas mujeres. Sin embargo, aclara que «la generación de ingresos no es el objetivo principal del proyecto, sino una consecuencia». El ritmo de vida de estas comunidades es lo que realmente marca el ritmo de la producción. «Cada año elaboramos un plan de acción para entender hacia dónde quieren ir. Porque cada grupo tiene su propia realidad, y nos aseguramos de que no caigan en una rutina mecánica. Queremos que sigan en este espacio especial, creando piezas únicas y artesanales», afirma.

Viviane resalta que «las personas que viven en zonas rurales no tienen la visión fragmentada e individualista que trae la vida en la ciudad. Su forma de vivir es más integrada y colectiva. Muchas veces, la vida de estas mujeres no encaja dentro de los valores del capitalismo. Entonces comienzan a pensar que lo que saben no es importante, cuando en realidad poseen un conocimiento inmenso». Así, la generación de ingresos en el territorio está cargada de historias y proporciona el sustento material para una vida más rica, que necesita ser reconocida y manifestada en esta existencia.

Tingui

La asociación Tingui lleva adelante una serie de iniciativas con las comunidades del Valle del Jequitinhonha con el objetivo de generar intercambios entre las mujeres y de promover distintos proyectos: «Brota-flor», por ejemplo, centrado en el cuidado integral de la salud, o «Sementes Vivas», enfocado en la agroecología, entre otros. 

Para Viviane Fortes da Silva, directora de Tingui, lo esencial es ofrecer caminos que potencien a estas poblaciones. «Cuanto más se reconozcan a sí mismas, más fuertes se vuelven», asegura.

Uno de los esfuerzos clave para el fortalecimiento de estas comunidades ha sido el rescate de las cantigas tradicionales. “Los agricultores y agricultoras del Valle siempre han trabajado cantando. Ya sea en la roza, desmalezando, cosechando frijoles o maíz, o hilando, todo lo hacen con cantos. Tienen la tradición de las cantigas, de lanzar versos y desplegar danzas. Por eso, desde Tingui buscamos que nuestro trabajo también sea cantado. Queremos rescatar y fortalecer estas canciones que son propias de cada comunidad”, concluye Viviane.

A través de estos proyectos, Tingui no solo promueve el desarrollo económico y social de las mujeres rurales, sino que también contribuye a preservar una rica herencia cultural, manteniendo vivas las tradiciones que han sido transmitidas de generación en generación en el Valle del Jequitinhonha.

Quiero un anillo de oro
Quiero un anillo de oro,
para mí, para mi amor.
Quiero un anillo de oro,
para mí, para mi amor.
Quiero un corazón de rosa,
soy un colibrí.
Lo que me pediste,
deja que yo te lo traiga.
Un anillo de oro
y una rosa para que respires.

Cantiga “Anillo de oro”, de la cultura popular del Valle Jequitinhonha 

Mujeres del Jequitinhonha
Imagen: reproducción.

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Para conocer el trabajo de las Mujeres del Jequitinhonha, visita la tienda virtual.

La sede de Tingui está en Jenipapo de Minas, en el Valle del Jequitinhonha, y lleva adelante diversos proyectos relacionados con el cuidado de la tierra, la salud y las personas. Para donar, hazclic aquí.

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Maira Carvalho
Periodista y Antropóloga, Maira es responsable de informar y escribir artículos en Lupa do Bem.
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