El suicidio se puede prevenir: en Fortaleza, Ceará, el Instituto Bia Dote ofrece charlas y psicoterapia gratuita

El estigma asociado al suicidio es uno de los principales factores que obstaculizan su prevención. Para romperlo, es necesario arrojar luz sobre este tema, que todavía hoy se considera tabú.

20.09.23

Bia Dote se suicidó a los 13 años. Fue el dolor de su pérdida lo que llevó a su madre, Lucinaura Diógenes, a fundar el Instituto que lleva su nombre. «Hablar del suicidio es necesario», dice Lucinaura. «No sólo para calmar los corazones de quienes han sentido el dolor de la pérdida, sino sobre todo para prevenir nuevos casos», explica. 

Esta es una historia habitual en los proyectos de prevención del suicidio: dar un nuevo significado a una muerte deliberadamente llevada a cabo por un ser querido. El fenómeno es complejo y puede afectar a individuos de distintos orígenes, géneros, culturas, clases sociales y edades. Es, por tanto, un problema de salud pública que afecta a una proporción considerable de la población en Brasil y en todo el mundo, y que podría prevenirse con información y políticas públicas.

Según el último estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han registrado más de 700.000 suicidios en todo el mundo. Se sabe, sin embargo, que hay muchos episodios no declarados. Por ello, se calcula que el número de casos supera el millón. En Brasil, el Ministerio de Salud registra unos 14.000 casos al año, lo que significa que una media de 38 personas se suicidan cada día en el país.

Instituto Bia Dote

El Instituto Bia Dote (IBD) se creó en 2013, cinco años después de su muerte. «Cuando Bia se suicidó, fue un impacto enorme. No había señales, ni indicios de que algo fuera mal, todo estaba tranquilo, transcurriendo según lo que esperábamos de un sistema familiar, de nuestros proyectos», recuerda Lucinaura. 

Para ella y su familia fue difícil asimilar la muerte de su hija, una joven feliz y sana. El instituto surgió precisamente para dar cabida a ese dolor, que no encontraba espacio para ser vivido: «Además del sentimiento de culpa, nos costaba hablar de lo que había pasado. Era como si su vida sólo pudiera resumirse en su muerte por suicidio», agrega. 

La familia pensó entonces en crear un grupo de apoyo a las familias en duelo por suicidio y dar charlas para concienciar sobre la prevención. Las primeras charlas se dieron en colegios de Fortaleza, sobre factores de riesgo, protección, señales de alarma y cómo afrontar la situación.

La atención psicoterapéutica es fundamental

Sin embargo, los asistentes a las charlas dijeron que era difícil acceder a asesoramiento psicológico, recuerda Lucinaura. De ahí surgió la idea de abrir la clínica social. La atención especializada comenzó en 2015, exclusivamente para personas con ideación o comportamiento suicida. La demanda del servicio creció rápidamente y pronto se amplió.

Actualmente, la clínica atiende a unas 100 personas en psicoterapia individual, dirigida a los casos más urgentes. También hay dos grupos para personas en duelo por suicidio; un grupo para personas LGBTQIA+, que debate sobre cine y sexualidad; y, por último, el Club de Lectura, dedicado a obras centradas en la muerte y el duelo. 

Los sábados también hay un servicio de asesoramiento en línea. El equipo del IBD está formado por profesionales voluntarios y todo se ofrece gratuitamente a la población. Las sesiones presenciales están dirigidas a los habitantes de la región metropolitana de Fortaleza. El asesoramiento en línea está disponible para cualquier persona, independientemente de su lugar de residencia.

Lucinaura Diógenes, fundadora del Instituto Bia Dote. Imagen: reproducción.

Jóvenes y mayores

Según datos del Ministerio de Sanidad, el suicidio se considera la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años (después de los accidentes de tráfico, la tuberculosis y la violencia interpersonal). Las personas mayores también se ven muy afectadas por este fenómeno. Entre los jóvenes, explica Lucinaura, los factores de riesgo que conducen al suicidio adquieren una dimensión mayor debido a su falta de madurez para afrontar el sufrimiento y a la dificultad para pedir ayuda. 

«En la adolescencia hay mucha prisa por resolver una situación, todo es más impulsivo, muchas veces la persona no tiene flexibilidad psicológica, no ve varias posibilidades para resolver ese problema», dice.  Entre los ancianos, la tasa de suicidios es superior a la de intentos.

«A menudo, los ancianos se encuentran en una situación vulnerable, está la cuestión de la pérdida de diversas funciones sociales, el aislamiento y la mala salud. Así que un intento de suicidio por parte de los ancianos supone un alto riesgo», explica Lucinaura. 

Para ella, el suicidio es una forma de comunicar que algo no va bien, pero acaba siendo disfuncional, un gran riesgo para la vida. Y advierte: «Cada vez vemos a gente más joven. Vienen niños a la clínica, no sólo adolescentes.

Salud mental 

La Organización Mundial de la Salud reconoce que el 90% de los casos de suicidio están relacionados con un trastorno mental, que podría diagnosticarse y tratarse. Entre los trastornos mentales relacionados figuran la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia y el trastorno límite. 

Lucinaura recuerda, sin embargo, que no todas las personas con enfermedades mentales tienen pensamientos suicidas. Para ella, el contexto de vulnerabilidad influye mucho en el fenómeno. En común, hay un sentimiento de desesperanza. 

«Una persona que sufre prejuicios, por ejemplo por motivos de género, raza o acoso escolar, no padece necesariamente un trastorno mental. O alguien que atraviesa un sufrimiento psicológico muy intenso, como un duelo. Estas personas pueden tener ideas y comportamientos suicidas», explica.

Los estudios también han demostrado que existen genes relacionados con la ideación suicida. «Aun así, los genes no son determinantes, las condiciones ambientales y sociales pueden hacer que esta condición se manifieste o no, todo dependerá de otros factores», advierte Lucinaura.

Setembro Amarelo, tabú y religión

Para Lucinaura, difundir información es fundamental para reducir los estigmas: «Muchas religiones dicen que el suicidio es un pecado, que es imperdonable y que quienes lo cometen van al infierno. Pero, ¿cómo va a superar una familia el dolor y el honor de esa persona sabiendo que se ha ido al infierno? Así que hay todo un tabú que hay que romper», argumenta. 

Cree que campañas como Setembro Amarelo arrojan luz sobre esta cuestión y rebate la idea de que hablar del suicidio podría tener el efecto contrario, es decir, en lugar de prevenirlo, podría fomentarlo: «Cuando una persona está bien, no tiene ninguna enfermedad, no se suicidará. Cuando están mal, se dan cuenta. Aquí lo vemos mucho. La propia persona pide ayuda diciendo que está pensando en suicidarse», explica.

En este sentido, la campaña ha servido para alertar. «No es falta de Dios, ni mimimi, ¡es grave! Hay que verlo como enfermedad, como sufrimiento, y esto es lo que la campaña ayuda a mostrar», dice Lucinaura. También es fundamental proporcionar refugio en situaciones de urgencia. «Para ello, la campaña debe pasar de la información a la acción y colaborar eficazmente con las políticas públicas de prevención y posprevención del suicidio», argumenta.

«¡La soledad no está aquí! Así que brindemos por la vida». Imagen: reproducción.

El sufrimiento es parte de la vida

«El suicidio nunca dejará de existir, porque forma parte de la humanidad», dice Lucinaura. Pero es posible prevenirlo. Lo más importante es comprender que el suicidio está relacionado con el sufrimiento y que hay formas de afrontar las emociones, tanto positivas como negativas. 

«A menudo, la persona que se enfrenta a un sufrimiento muy intenso imagina que no hay escapatoria de la situación y que ya no puede soportar vivir así. Así que tenemos que aprender a afrontar las situaciones difíciles. Tenemos que entender que a lo largo de la vida habrá tristeza, rabia y miedo, que no todo es alegría y amor», explica. 

Hay varias formas de regular el sufrimiento. «El problema es cuando se regula de forma disfuncional», advierte. Entre los adolescentes, la automutilación acaba siendo una forma de afrontar las emociones, por ejemplo. «Es una forma de regulación totalmente disfuncional. Por eso hay que empezar, desde la infancia, a mostrar que el sufrimiento es inevitable, pero pasa, el sufrimiento no es definitivo», dice Lucinaura. 

Para ella, muchas personas sufren por la forma en que interpretan determinadas situaciones y no por la situación en sí. Las comparaciones con otras personas y los sentimientos de frustración, fracaso y rechazo contribuyen a las interpretaciones erróneas. Las redes sociales, en particular, tienden a distorsionar nuestra forma de entender la vida: 

«Las redes muestran nuestros mejores momentos, siempre aparecemos sonriendo. Y los que están en una situación difícil tienen la sensación de que todo el mundo sale bien menos ellos. Esto hace que la persona tenga una distorsión cognitiva sobre su propio estado», concluye.

Prevención del suicidio

Algunas señales indican cuándo alguien puede necesitar ayuda: 

  • Abandonar repentinamente la vida organizada, como donar bienes, cerrar cuentas bancarias o contratar seguros de vida.
  • Publicar imágenes, canciones y poesías sobre la muerte en las redes sociales. 
  • Pedir que cuiden de una mascota o de un ser querido son otras señales
  • Un cambio repentino de comportamiento también es un indicio. Por ejemplo, cuando la persona es muy extrovertida y se aísla, con gran tristeza en este aislamiento, o cuando la persona es reservada, y de repente se acerca corriendo a todo el mundo como si fuera una despedida. 
  • Cuando alguien dice que no quiere vivir más, o que sería mejor morir.

En todos estos casos hay que preguntar a la persona si está pensando en suicidarse y asumir la responsabilidad de escuchar lo que tiene que decir y buscar ayuda. También conviene recordar que no todas las personas con ideación o comportamiento suicida muestran signos.

¿Desea apoyar esta causa?

El Instituto Bia Dote funciona con los propios recursos de la familia, por lo que se aceptan donativos, así como voluntarios. Los voluntarios pueden trabajar en psicoterapia y medios sociales. Para más información y donativos, póngase en contacto con nosotros a través del e-mail, WhatsApp o Instagram.

WhatsApp:  +55 (85) 99842-0403

También puede acceder al website desde  aqui.

Maira Carvalho
Periodista y Antropóloga, Maira es responsable de informar y escribir artículos en Lupa do Bem.
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