Atractivos naturales y cultura popular impulsan el turismo comunitario en Salitre (BA)
El turismo refuerza el sentimiento de pertenencia, genera ingresos y revitaliza la cultura local en el interior de Bahía
El Valle de Salitre está situado en la zona rural de Juazeiro, en el interior de Bahía. Es un lugar especial, con una cascada, una cueva, mucha samba, bumba-meu-boi y tierra fértil. Donde los hospitalarios lugareños abren sus casas para recibir a los visitantes e intercambiar experiencias. En eso consiste el turismo comunitario, con sus atractivos naturales y su cultura popular.
Fue a través de un proyecto de educación popular y comunicación que la idea del turismo comunitario tomó forma. La periodista e historiadora Érica Daiane Costa propuso el proyecto cuando aún estudiaba en la universidad, en 2010: «Para mi trabajo de fin de carrera, junto con la comunidad elaboré un pequeño periódico impreso llamado Carrapicho, que tuvo muy buena recepción y por eso continuamos con él».
La segunda edición del periódico Carrapicho se imprimió en 2015 y se publicó en línea en 2016. Internet acababa de popularizarse en la comunidad a través de la telefonía móvil y Érica, junto con otra periodista, Gisele Ramos, redactó un proyecto de comunicación y juventud para una convocatoria de la ONG Fundación Brasil.
«Pero esta vez hicimos un proyecto sin perfil académico, sino con una perspectiva más militante, trabajando con los jóvenes de la comunidad», dice Érica.
Educación y comunicación
El proyecto de comunicación y juventud fue aprobado por la Fundación Brasil y, con el premio recibido, los periodistas organizaron talleres de producción de contenidos. «Reunimos a jóvenes de algunas comunidades de Salitre para que participaran en los talleres y, cuando terminamos el proyecto, este grupo quiso seguir haciendo comunicación popular, formando el colectivo Carrapicho Virtual», recuerda Érica.
Al mismo tiempo, los periodistas también crearon la agencia de comunicación Chocalho y, en colaboración con el colectivo Carrapicho Virtual, empezaron a desarrollar un nuevo proyecto, esta vez sobre educación y ecoturismo. El objetivo era fortalecer el potencial de la región a través de sus atractivos naturales y su cultura popular, incluyendo a los jóvenes como protagonistas de este proceso.
De ahí la idea del turismo comunitario. «Nosotros, de la agencia Chocalho, entramos con nuestra experiencia en desarrollo y coordinación de proyectos y pusimos a los jóvenes de Carrapicho como protagonistas. La preocupación era promover su generación de ingresos, basándonos en el potencial local. El turismo comunitario surgió como esa posibilidad», explica.
Turismo comunitario
El proyecto de turismo comunitario de Salitre se inspiró en la experiencia de Nova Olinda, una pequeña ciudad de la región de Cariri, en Ceará. «Allí está la Fundación Casa Grande, que lleva décadas trabajando en la comunicación con los jóvenes y el turismo comunitario. Tuve la oportunidad de conocer esa experiencia cuando estaba en la universidad y me encantó, lo que me inspiró para crear Carrapicho», cuenta Érica.
Años después, a través de una asociación con el gobierno de Bahía, Érica volvió a Nova Olinda, esta vez acompañada por los jóvenes de Carrapicho. «Vimos en la práctica que era factible promover el turismo comunitario en Salitre». Así, a principios de 2020, llevaron a cabo su primer experimento, recibiendo a un grupo de 28 jóvenes de Piauí.
El gobierno de Piauí envió a los jóvenes a través de un proyecto estatal, financiando toda su estadía durante tres días, de viernes a domingo. El grupo se alojó en casas de diferentes familias locales, donde también se les proporcionó comida. «Fue un proyecto piloto para conocer la ruta y la receptividad de la gente, y todos quedaron muy contentos. Recibimos muchos elogios, los visitantes se compenetraron, todo fluyó muy bien», recuerda.
Atractivos naturales y cultura popular
El recorrido incluye visitas a Cachoeira do Salitre, Cerca de Pedra, Serra do Mulato, Samba de Véio, São Gonçalo y Bumba-meu-boi. «Hacemos turismo experiencial, de algo que sigue vivo», dice Érica. Con la pandemia, sin embargo, las actividades turísticas se suspendieron y sólo se reanudaron recientemente, en septiembre de 2023.
Aun así, el turismo comunitario ha conseguido rescatar el potencial cultural, artístico y natural de la región. Érica nació en el Valle del Salitre y cuenta que hasta hace pocos años la región estaba asociada a una imagen negativa, vinculada a la escasez de agua y al estigma de lugar atrasado.
«La desembocadura del río Salitre desembocaba en el río São Francisco, pero a finales de los años 70, con la llegada de la electricidad, se intensificó la agricultura en la región y comenzó una intensa disputa por el agua, que continúa hasta hoy», explica.
Activismo
Roseane Pereira, estudiante de periodismo de 21 años, participó en la creación del colectivo Carrapicho Virtual y afirma que los talleres que dieron lugar a la creación del colectivo, así como su propia experiencia con el turismo comunitario, le hicieron «tener una mirada más crítica y cariñosa hacia Salitre».
«Érica y todos los demás simpatizantes del colectivo han formado verdaderos militantes, dispuestos a luchar por las causas de Salitre, entre ellas el turismo rural, que fue una experiencia muy buena, tanto para las familias que recibieron a los visitantes como para nosotros, los jóvenes que participamos en hacerla realidad», señala.
Roseane, además de estudiante de periodismo, es cordelista y asegura que el colectivo le ha cambiado la vida: «Conseguí entrar en la Facultad de Periodismo en 2021 y, si hoy soy estudiante de periodismo, es gracias a las experiencias que he vivido con Carrapicho», afirma.
A través del colectivo, viajó por primera vez a lugares lejanos. Viajó a Nova Olinda, en Ceará, y luego a Areia, en Paraíba, donde vio varias iniciativas «que podrían ponerse en práctica en Salitre y generar ingresos no sólo para los jóvenes, sino también para otras personas».
Los jóvenes de Salitre
Salitre abarca unas 60 aldeas conectadas por caminos de tierra. Es una región con un fuerte potencial agrícola, donde destaca la producción de frutas, sobre todo mangos, melones y uvas, así como de animales de tamaño medio, como ovejas y cabras.
Para Érica Daiane Costa, de la agencia Chocalho, el campo necesita seguir produciendo alimentos. «Si el campo no produce alimentos, la ciudad no los comerá, por eso necesitamos jóvenes agricultores y ganaderos, pero también otras posibilidades», afirma.
Cuenta que muchos jóvenes de su generación emigraron a las afueras de la ciudad para trabajar en el comercio «porque no todos querían agarrar una azada». Los talleres de comunicación para jóvenes se concibieron precisamente para demostrar que los medios de comunicación podían utilizarse para promover la cultura y los paisajes de Salitre. Es una forma de animar a los jóvenes a exigir políticas públicas que los mantengan en el campo.
«Hoy nuestros jóvenes están haciendo el Enem, estudiando para las pruebas de acceso a la universidad, buscando cursos técnicos, profesionalizándose… Y eso viene de ese activismo, de cuando empiezan a darse cuenta de que también son sujetos de nuestra realidad, que pueden mostrar lo que tenemos de bueno y que lo que no está bien se puede mejorar», se enorgullece Érica.
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