El Instituto de Estudios Amazónicos forma a las poblaciones extractivistas para participar en el mercado del carbono
La ONG se fundó en los años 80 para apoyar a las poblaciones locales en sus esfuerzos por conservar la selva, y hoy organiza talleres sobre REDD+ para residentes locales
El Instituto de Estudios Amazónicos (IEA) es una de las ONG más antiguas de Brasil. Creado en 1986 para apoyar a Chico Mendes y a los caucheros de Acre en su lucha por la conservación de la selva, fue el responsable de implantar la idea de la Reserva Extractiva en Brasil. Y hoy trabaja principalmente en la formación de estas poblaciones para que puedan participar con seguridad en el mercado del carbono.
La antropóloga Mary Allegretti ha estado al frente de la ONG todos estos años. Investigadora y activista, fue profesora en la Universidad Federal de Paraná y dejó la docencia para crear la primera escuela de alfabetización para recolectores de caucho en Acre, junto a Chico Mendes. «Desde entonces no me he movido, es una causa permanente», dice entusiasmada.
Por eso hace hincapié en que el IEA es una institución técnica que siempre ha trabajado en asociación con el movimiento social. «Es una asociación de iguales, con un diálogo recurrente. Participamos en debates con el movimiento, atendemos demandas o presentamos propuestas, como en el caso del carbono», afirma.
Formar a las poblaciones extractivistas
Los habitantes de la Resex han recibido formación a través de talleres sobre el cambio climático, el papel de las comunidades tradicionales y la Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación Ambiental, más conocida como REDD+. Los talleres se realizan en colaboración con el Consejo Nacional de Poblaciones Extractivistas (CNS) y tienen como objetivo profundizar en el trabajo de organización de las poblaciones.
«Estamos reforzando los debates y análisis sobre el mercado de carbono para que las comunidades conozcan bien las obligaciones y los riesgos y estén capacitadas para gestionar el proyecto. Y esto es muy importante, porque las familias pueden organizarse para otras formas de Pago por Servicios Ambientales (PSA) que el propio gobierno está intentando desarrollar, así como las empresas», explica Allegretti.
La AIE organiza los talleres con el apoyo de ONG como el Fondo de Defensa del Medio Ambiente y el Instituto para el Clima y la Sociedad. Hasta ahora se han celebrado seis talleres, en los que se ha formado a más de 450 personas, entre hombres, mujeres y jóvenes, en Pará, Acre y Amapá. Se espera que, al final de esta etapa, las comunidades sean capaces de diseñar y gestionar un proyecto de carbono que responda a sus expectativas. Por eso, dice Allegretti, es necesario que las poblaciones estén bien informadas sobre su participación en el proyecto y todo lo que implica.
El mercado del carbono
Existen dos tipos de modelos de negocio relacionados con el mercado del carbono. El jurisdiccional, en el que es posible un acuerdo diferenciado, con remuneración por el stock de carbono, es decir, que valora el bosque en pie. Este modelo suele hacerse en asociación con los gobiernos estatales. Y luego está el modelo de mercado voluntario, que es el más adoptado porque paga por lo que no se ha talado.
En ambos modelos existe la posibilidad de proyectos que impliquen inversiones en infraestructuras, como comunicaciones y saneamiento, y el reparto de beneficios. Sin embargo, aún no es posible estimar la cantidad de créditos que podrían negociarse en los territorios donde se celebran los talleres de la AIE.
En primer lugar, explica Allegretti, es necesario definir el tipo de modelo de negocio que se adoptará. Y esta definición depende de la combinación de la deforestación evitada, el valor añadido de la biodiversidad y la restauración forestal. «En un área como la Reserva Chico Mendes, que sufre mucha presión de la deforestación, el valor del crédito aumenta, pero en la Resex Cazumbá-Iracema, que también será piloto y es una Resex más pequeña, con poca deforestación y una comunidad muy cohesionada, habrá un menor volumen de créditos, porque el mercado, irónicamente, no valora el stock de bosque que existe», dice.
Los talleres REDD
Según Allegretti, la coordinación del proyecto ya se ha formalizado con tres asociaciones de concesionarios de la Resex, además de tres sindicatos, dos cooperativas, el Consejo Nacional de Poblaciones Extractivistas y el Instituto de Estudios Amazónicos. La coordinación se encarga desde la elaboración de la metodología para construir el proyecto hasta la identificación de estas etapas.
«Hay que demostrar muy bien los elementos del proyecto y demostrar que la comunidad sabe lo que se puede comercializar, porque la gran crítica a los proyectos de carbono es la falta de transparencia y de bases de datos sólidas. El crédito no es consistente si no se genera a través de estudios técnicos bien definidos», afirma el antropólogo.
«Tenemos que hacer cada etapa con mucha seguridad para desarrollar un piloto de demostración que sea respetado. Con esto, hemos roto con la visión de que REDD es un proyecto que sólo trae dificultades a las comunidades. Estamos convencidos de que puede aportar buenos beneficios y de que las comunidades son capaces de llevarlo a cabo», afirma.
Riesgos y beneficios
Mary Allegretti afirma que ya se están llevando a cabo algunos proyectos de carbono en la Amazonia con buenos resultados. Sin embargo, hay un caso que está siendo juzgado porque utilizó un área de una Resex, no involucró a las familias, comercializó los créditos y no distribuyó los beneficios.
Recuerda que empresarios del sur y sureste de Brasil compraron enormes áreas en la Amazonia en los años 70 y hoy, con el mercado de carbono, se han dado cuenta de que había una oportunidad de negocio en zonas que no estaban deforestadas y eso ha provocado conflictos. «En algunos casos, familias de ocupantes ilegales han permanecido en esas zonas y ahora, con la revalorización del carbono, los empresarios los presionan para que se vayan y así poder comercializar los créditos de toda la zona. Así que hay conflictos y es importante regular tanto a los ocupantes ilegales como el mercado», explica.
Los conflictos internos, en particular, son el mayor riesgo en este tipo de proyectos. Por eso, entender a las poblaciones extractivas sobre los riesgos y beneficios de los proyectos de carbono es fundamental para garantizar el éxito del negocio. Los talleres pretenden precisamente reforzar este proceso de consolidación, aprendizaje y gestión dentro de la Resex, porque es un proyecto que implica a toda la comunidad.
«Son muchas familias y tienen que comprometerse a no deforestar, pero esto no siempre ocurre. Puede surgir una emergencia o incluso darse cuenta de que se obtienen mejores ingresos con la ganadería o abriendo un terreno baldío para plantar cultivos. Por eso es necesario conocer bien a todas las familias, para prever posibles conflictos y desacuerdos», advierte.
Instituto de Estudios Amazónicos
La idea de una Reserva Extractiva fue muy innovadora cuando la propuso la AIE en los años ochenta. Hasta entonces, existía un consenso internacional entre científicos y responsables políticos de que la mejor forma de preservar el medio ambiente era mantener zonas de la naturaleza libres de habitantes. El concepto de Resex rompió con este paradigma.
«Transformamos la idea de los líderes caucheros y, sobre todo, de Chico Mendes, que era mantener la selva en pie con ellos dentro. Conseguimos organizar este concepto de Resex desde el punto de vista institucional y jurídico y hoy hay 25 millones de hectáreas protegidas para las comunidades tradicionales», afirma el fundador del IEA.
El instituto estuvo inactivo durante 20 años y hace poco volvió a ponerse en marcha. «Las reservas sufrieron mucha presión y la ausencia del gobierno, porque en los años anteriores éste invertía de alguna manera en políticas públicas. Luego dejó de hacerlo y la situación se volvió crítica. Así que nos sentimos responsables de volver a trabajar», explica Allegretti.
Ella cree que los créditos de carbono podrían ser una importante fuente de ingresos, capaz de cambiar la calidad de vida en la Resex. «Dicen que el mercado del carbono es complicado, con muchos riesgos. Entonces recuerdo cuando creamos las Reservas de Extracción… la gente decía que no funcionaría, que los residentes eran ocupas, que no querrían vivir en una comunidad. Pero funcionó. Conseguimos un modelo que sigue funcionando hoy, nadie quiere irse de la Resex», concluye.
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La IEA tiene dos oficinas, una en Curitiba (PR) y otra en Rio Branco (AC) y acepta voluntarios, tanto para realizar estudios especializados, en colaboración con universidades, como para llevar a cabo tareas administrativas. Para saber más, visite el sitio web o siga las redes sociales en Linkedin e Instagram.