Acogida LGBTQIA+ en las regiones Norte y Nordeste
Los cuidados se realizan a menudo sin presencia física, pero con cercanía y afecto.
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Crédito: Divulgación
Por: Eduarda Nunes / Lupa do Bem – Favela em Pauta
Algunos tabúes sobre las sexualidades atraviesan generaciones completas y obligan a las personas reprimidas a organizar sus vidas en un intento de garantizar la mayor protección posible. Cuando la homosexualidad se consideraba ilegal y susceptible de arresto en Estados Unidos, algunos bares y clubes eran los únicos lugares donde la gente podía expresarse libremente, eran una especie de refugio.
El Stonewall Inn era uno de ellos, pero el 28 de junio de 1969 fue objeto de una agresiva operación policial que dio como resultado 13 personas detenidas. Esta acción provocó una reacción que duró cinco días de movilización liderada por Marsha P. Johnson y Sylvia Rivera, travestis negras y latinas, que vieron la situación como un detonante para levantarse contra la frecuente persecución que vivían por ser quienes son.
Este fue un hito importante para el inicio del movimiento por los derechos civiles del colectivo LGBTQIA+. Aún hoy, hombres, mujeres y personas no binarias se enfrentan a una sociedad que insiste en demonizar y criminalizar su existencia. En Brasil, un ejemplo cercano se vivió el 19 de agosto de 1983, en la manifestación realizada en el Bar Ferro, en la ciudad de São Paulo, que se conoció como el pequeño Stonewall brasileño. La fecha, desde 2008, también marca el Día del Orgullo Lésbico, tras la aprobación de la Asamblea Legislativa del Estado de São Paulo.
Para lograr esta manifestación, todo el apoyo y la ayuda han sido importantes. Brasil es el primer país de América en el ranking de homicidios a personas LGBTQIA+ y el primero del mundo en asesinatos de personas trans, según un informe de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales (ILGA). Con la pandemia, la situación de vulnerabilidad social de las personas LGBTQIA+ se incrementó: la inseguridad sanitaria y alimentaria y los roces familiares son algunos de los factores que más se destacan.
En este contexto, organizaciones como CasAmor Neide Silva (SE) y Casa Miga (AM) son de vital importancia para ayudar a la comunidad LGBTQIA+ en este difícil momento.
La Casa Miga, por ejemplo, es el primer refugio para personas LGBTQIA+ brasileñas y refugiados en Brasil. Está ubicada en Manaos y fue creada en 2018 como un proyecto de la Asociación Manifesta LGBT+ y ahora es una referencia en toda América Latina. Al principio de la pandemia, hubo una caída en las donaciones y la casa estuvo a punto de cerrar, pero con mucho trabajo y persistencia, la institución permanece abierta hoy en día.
Desde mayo de 2020, unas 500 personas se han beneficiado de las donaciones de alimentos y otras actividades que ofrece la Casa. Trabajan ofreciendo alojamiento, alimentación, atención psicológica individual y grupal, cursos profesionales y orientación en servicios de salud para brasileños, venezolanos y cubanos.
Lucas Brito, de 25 años, es el coordinador general de la Casa Miga. Dice que muchas veces, debido al choque de culturas, es necesario preparar momentos de discusión para lograr cierta «alineación» con las personas. Aunque todos son LGBTQIA+, a veces hay casos de transfobia entre los beneficiarios. La expectativa de Lucas para el futuro es que se genere «un proceso de concreción de los derechos ya alcanzados y la construcción de nuevas políticas que alcancen a las subjetividades aún no logradas».
CasAmor y apoyo jurídico, cultural y de salud mental en Aracaju, Sergipe
Este es el mismo deseo de Eron Pereira Neto, presidente de CasAmor Neide Silva en Aracaju (SE). Puesto que es debido a la subrepresentación política de los actores que pueden luchar por los derechos más básicos y fundamentales de la población LGBTQIA+ que estas iniciativas se vuelven aún más importantes.
En Sergipe, CasAmor tuvo que cambiar el formato de operación debido a la pandemia. Los frentes de trabajo en asesoría jurídica, asistencia social, centro cultural y salud mental necesitaban dar espacio para que se pudiera formar un grupo de trabajo para combatir la inseguridad alimentaria. CasAmor también trabaja con los miembros LGBTQIA+ del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), asistiendo personalmente a los miembros y también realizando algunos momentos de discusión sobre las distintas ocupaciones.
«Durante la pandemia, perdimos mucho del contacto directo con nuestro público, el contacto afectivo y de acogida, que sabemos que es muy importante para las personas que atendemos», dice Eron, que también es uno de los fundadores de CasAmor. Frente a esta pérdida, las donaciones han aumentado y hoy pueden asistir a más personas que antes, ya sea mediante donaciones de alimentos o a través de consultas virtuales. Actualmente, más de 100 personas son atendidas, aunque sea a distancia, por la institución.
Estas iniciativas deben multiplicarse cada vez más en todo Brasil. Combatir la LGBTQIA+fobia es garantizar un país que comprenda, respete y valore a cada persona viva.