“Arquitetura na Periferia” empodera a las mujeres residentes en Belo Horizonte
Un proyecto capacita a las mujeres para renovar y construir casas.
Promover la democratización de la arquitectura en la periferia. Este es el principal objetivo del proyecto cuyo nombre lo dice todo. A través de la formación de mujeres para que puedan reformar e incluso construir sus propias casas, el proyecto Arquitectura en la Periferia (ANP) ha aportado conocimientos técnicos y hospitalidad a mujeres que viven en lugares que históricamente han carecido de acceso a bienes y servicios, como los asentamientos ilegales de la periferia de Belo Horizonte (Minas Gerais).
La creadora es la arquitecta Carina Guedes. Dice que desarrolló el proyecto porque se sentía incómoda con el alcance restringido de la profesión. «La mayoría de la gente ni siquiera sabe para qué sirve», dice. Para entender por qué ocurría esto, investigó las razones que dificultaban el acceso de los grupos marginados a las propuestas y soluciones arquitectónicas.
Como resultado, desarrolló un método de trabajo específico para satisfacer las demandas de las mujeres residentes con ingresos muy bajos. La atención a las mujeres está relacionada con las desigualdades de género, tanto dentro como fuera de la profesión. «Desde el principio, la idea nunca fue entregar un proyecto ya hecho, como si fuera un producto, sino ofrecer información y conocimientos capaces de proporcionar cierta autonomía a estas mujeres», recuerda Carina.
El proyecto comenzó con un grupo de tres mujeres de la comunidad de Dandara en 2013. Actualmente, más de 100 mujeres han recibido formación a través del método ANP en tres comunidades diferentes de la ciudad, generando impacto en unas 1.300 personas en total. El proyecto también ha estado en otras ciudades del país, promoviendo talleres y multiplicando el alcance de la transformación.
Mujeres y viviendas
Las mujeres tienen una relación muy particular con la vivienda. Para ellas, la casa no es sólo un refugio, sino un hogar. Son ellas las que pasan más tiempo dentro de la casa, manteniéndola o cuidando de sus familias. Aunque son los más afectados por la forma en que están construidas sus casas, no participan mucho en su desarrollo.
Los problemas estructurales, como el exceso de humedad, la falta de iluminación y ventilación o la mala planificación de baños y cocinas, por ejemplo, pueden interferir en la vida cotidiana de las mujeres. Para transformar estas condiciones, ANP propone que las mujeres sean protagonistas en el diseño de sus propias viviendas.
La residente Adriana Silva, por ejemplo, estaba muy disgustada con la forma en que se había construido su casa. Para llegar a su habitación, tenía que pasar por el dormitorio de su hijo, un adolescente. Ya había llamado a un albañil para que resolviera el problema, pero nunca apareció.
Participando en los talleres de ANP, Adriana se dio cuenta de que necesitaba cerrar una pared y abrir otra: «Compró ladrillos, cemento, rompió una pared y cerró la otra, así que no fue una cuestión de falta de recursos económicos, sino de ver la solución al problema», dice Carina.
Movlización
El equipo de la ANP está formado por arquitectos, agentes locales, psicólogos y un maestro de obras. Para desarrollar el proyecto, imparten formación gratuita a pequeños grupos de mujeres dentro de sus propios territorios. Este año han formado un total de cuatro grupos, con una media de cinco participantes cada uno, en las comunidades de Dandara, Paulo Freire, Eliana Silva y Vila Bispo, todas en la periferia de la región metropolitana de Belo Horizonte.
Aunque existe una asociación con diferentes movimientos sociales locales, el trabajo de ANP es independiente. «Los intercambios con los movimientos son positivos, muchas veces nos ayudan en la movilización, traen mujeres que saben que querrán participar, pero nosotros actuamos en paralelo», explica Carina.
Los grupos se movilizan todos los años a principios de año. En general, las antiguas participantes indican posibles candidatas para los nuevos grupos. Más recientemente, la ANP abrió también un formulario en línea, debido al interés de otras comunidades por participar en este proceso.
Tras la formación de los grupos, comienzan las reuniones semanales. Estas reuniones se celebran cara a cara durante todo el año. Primero, las mujeres aprenden a elaborar proyectos y a pensar en alternativas de producción y planificación de las obras. Después, a mediados de agosto, comienzan los talleres prácticos.
Es el momento en que las mujeres definen lo que van a aprender en la práctica. Son ellas las que acuerdan entre sí lo que quieren hacer, advierte Carina. Por eso, suelen acabar eligiendo lo que quieren replicar en sus casas.
Al final del año, cuando empieza la temporada de lluvias, los talleres terminan y los grupos se dan por formados. Las mujeres ya no reciben formación, pero siguen en contacto a través de las redes sociales.
Empoderamiento femenino
«Quería crear un entorno en el que las mujeres se sintieran cómodas compartiendo sus problemas con el grupo», dice Carina cuando se le pregunta por qué el trabajo de ANP es exclusivamente para mujeres. Cuando hay participantes masculinos en los cursos de construcción, las mujeres suelen sentir vergüenza de expresar sus dudas o incluso de tomar partido porque saben que sus voces no se oirán con la misma intensidad que las de sus colegas masculinos, explica.
«Incluso a la hora de tomar una decisión sobre cómo se va a construir la casa, es habitual que el albañil imponga su opinión por encima de la propia voluntad del residente, por lo que era importante ofrecer a las mujeres recursos que les ayudaran a tener más autonomía», afirma. Teniendo en cuenta estas desigualdades de género, ANP ofrece acceso a todas las herramientas para que las mujeres puedan planificar de forma independiente. Forma parte del programa de talleres, por ejemplo, estudios sobre finanzas personales.
Pero además, cuando empezó a investigar sobre proyectos de vivienda social, Carina también se encontró con datos que demostraban que las mujeres que reciben prestaciones como Minha Casa Minha Vida tienden a ser más solidarias: «las mujeres, por ser responsables del hogar y de la familia, no se preocupan sólo de sí mismas, al contrario que los hombres, que suelen centralizar las decisiones sobre el uso de la prestación en función de intereses individuales», afirma.
Así, parte del proyecto Arquitectura en la Periferia también ofrece microfinanciación para que las mujeres puedan emprender sus propios proyectos de construcción. Los préstamos son sin intereses y las mujeres pueden negociar la mejor manera de saldar sus deudas, desde el importe hasta el número de plazos.
Terapia colectiva
Los vecinos encontraron en los talleres del proyecto Arquitectura en la Periferia un espacio para intercambiar sus penas y expectativas. «Como nuestras reuniones son siempre colectivas, a menudo se convierten en una terapia colectiva», dice Carina. Con esta idea en mente, invitó a profesionales capaces de escuchar a las mujeres con sabiduría y calidez a unirse al equipo del proyecto.
Las psicólogas ayudan a las mujeres con las dinámicas de grupo y ofrecen asistencia individual, todo ello de forma gratuita durante todo el año de formación. Según Carina, la sobrecarga de trabajo de las mujeres es un problema evidente. Las responsabilidades asociadas al trabajo de cuidados, además de ser temas tratados en las dinámicas de grupo, a menudo se interponen en la plena participación de las mujeres en los talleres.
Por eso, una vez finalizados los talleres, las mujeres pueden seguir teniendo acceso a las psicólogas, por un valor social acordado entre ellas. «Muchas han experimentado una profunda transformación con la terapia, empezando por cuestiones que ni siquiera tenían idea de que era necesario abordar», dice Carina.
La vivienda es un derecho
Según un informe elaborado por la Fundación João Pinheiro (FJP), en colaboración con el Ministerio de Desarrollo Regional, en Brasil hay un déficit de 5,9 millones de viviendas. Además, cerca de 14 millones de viviendas se consideran inadecuadas. El impacto de esta situación es enorme, especialmente para las mujeres, señala Carina. «El acceso a la vivienda permite garantizar otros derechos, ya que es necesario tener una dirección para llevar a tu hijo a la guardería o acceder a los servicios públicos de salud», señala.
Para ella, la poca importancia que se da al problema en el debate político se debe al propio sistema capitalista: la industria de la construcción, aliada del mercado inmobiliario, constituye una de las grandes fuentes de extracción de capital, afirma. «Así que, por supuesto, es importante garantizar todos los derechos, pero la vivienda es quizá uno de los principales, ya que impregna muchos otros», argumenta.
El acceso a la vivienda es una lucha histórica en Brasil y muchos logros se deben a los movimientos sociales, explica Carina. Un ejemplo es la Ley nº 11.888/08, que garantiza que las personas con bajos ingresos tengan acceso gratuito a los servicios de arquitectos e ingenieros para elaborar proyectos de mejora de sus viviendas.
«Esta ley tiene más de diez años, pero hasta la fecha no se ha aplicado en la mayoría de los municipios», recuerda. Para Carina, la experiencia de la ANP demuestra que es posible ofrecer servicios de arquitectura y construcción a personas con ingresos muy bajos y que incluso podría convertirse en una política pública. Sin embargo, falta articulación política para que esto ocurra, afirma.
Capacitación para el mercado
El éxito del trabajo de ANP ha sido ampliamente reconocido y divulgado a través de premios nacionales y reportajes periodísticos. Sobre todo, este reconocimiento es compartido entre las propias mujeres que participan en el proyecto: muchas se han dado cuenta de que les gustaría profundizar para trabajar profesionalmente en el sector de la construcción.
Ante esta demanda, la ANP puso en marcha, a principios de 2023, un proyecto dirigido especialmente a la inserción laboral. Se trata de un curso centrado en talleres prácticos, que profundizan en las técnicas y conocimientos del trabajo en la construcción.
Hasta entonces, los cursos promovían el empoderamiento de las mujeres ofreciéndoles vías para mejorar su bienestar, ya fuera construyendo y reformando sus propias casas o teniendo la seguridad de contratar servicios de terceros.
Sin embargo, ¡el empoderamiento ha ido más allá de lo esperado! Actualmente, cinco mujeres ya trabajan en el mercado de la construcción. Con el nuevo proyecto, se espera que este número aumente y que el proyecto cuente por fin con su propio equipo de construcción.
Apoyo recurrente
El proyecto Arquitetura na Periferia es una institución sin ánimo de lucro y cuenta con una serie de estrategias para garantizar su realización efectiva. A lo largo de sus diez años de funcionamiento, el proyecto sólo ha sido posible gracias a las campañas de financiación colectiva, la participación en convocatorias públicas, los premios recibidos en metálico, los apoyos individuales y las asociaciones con empresas.
«El apoyo tiene que ser recurrente», advierte Carina. Por eso, la ANP ha ido diversificando las formas de colaboración. En los últimos años, el proyecto ha creado el sello «Empresa asociada». Muchas empresas de arquitectura, contabilidad y comunicación se han adherido al sello a través de sus programas de responsabilidad social.
Además de las contribuciones en metálico, también es posible convertirse en voluntario del proyecto: la ANP publica una convocatoria de candidaturas a principios de año en la que se identifican todos los puestos de voluntariado necesarios. Los voluntarios deben comprometerse a prestar sus servicios gratuitamente durante un año.
¿Desea apoyar esta causa?
Entre aquí para hace runa donación!
Siga las redes sociales de Arquitetura na Periferia: Instagram e Linkedin.