Baixada Fluminense: tierra de cultura y esperanza

Por: Renato Silva / Lupa do Bem – Favela em Pauta

La Baixada Fluminense es una región formada por 13 municípios, a pesar de que en la televisión y en los periódicos parece una ciudad. La mayor parte de la región está formada por municipios nuevos, excepto Nova Iguaçu, Itaguaí y Magé -el municipio más antiguo de la región-, y los otros 10 fueron fundados entre los años 40 y 60, y en los 90. El más poblado de ellos es Duque de Caxias, que tiene cerca de un millón de habitantes, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).

Si se hace una búsqueda en Google, escribiendo «Baixada Fluminense», es posible ver al menos 9 resultados sobre violencia y muerte en los primeros 10 artículos. Pero mientras los medios de comunicación más grandes comparten esta visión engañosa de la región, es posible conocer centros que surgen con la misión de difundir la cultura, la educación y las nuevas oportunidades.

Es el ejemplo del Centro Cultural Donana, situado en Belford Roxo, un espacio de referencia para la promoción de actividades culturales y artísticas. Fundado a mediados de la década de 1980, el espacio fue creado en honor a Ana Alves do Nascimento -matriarca de una familia del noreste, de Pernambuco- radicada en la Baixada Fluminense, como tantas otras. Donana era conocida localmente como plañidera, quien recibía a las familias en su patio para escuchar sus oraciones.

De la fe a la difusión de la cultura

Madre de diez hijos, Donana inspiró a la mayoría de sus pequeños a preocuparse por la comunidad. El actual coordinador del Centro Cultural Donana e hijo de Doña Ana: Dida Nascimento, cuenta que primero sus hermanas buscaron formación académica y empezaron a enseñar a los niños en el patio trasero, y los hermanos, uno tras otro, desarrollaron sus habilidades para la construcción natural de algo más grande que el patio trasero de la familia.

Empezando por la fe y la educación básica, pasando por los ensayos musicales, el boxeo, la capoeira y muchas otras actividades, el patio trasero de Doña Ana se convirtió en algo similar que el Centro Cultural Donana. «No vimos que esto sería, en el futuro, un centro cultural, pero es muy natural que ocurra así, debido a las exigencias y necesidades del lugar, ¿no? Y ves que el abandono del poder público es muy grande, y hoy sigue lo mismo [el abandono], pero hemos avanzado por la dedicación, las donaciones y la participación de muchas personas».

De esta manera, el Centro Cultural Donana, una casa de educación popular, llena de manifestaciones culturales y artísticas, ubicada en el barrio Piam, se convirtió en el escenario perfecto para la promoción de una generación musical que dio lugar a bandas como KMD5 , Negril y Cidade Negra, algo que la coordinadora Dida Nascimento celebra. «Diría que tenemos mucha suerte al encontrar gente con talento que viene aquí y se reúne para descubrir y crecer, creyendo en su potencial«.

A finales de la década de 2000, tras enfrentar dificultades e interrupciones, justo en 2009, se marcó el regreso del foco cultural a la calle Aguapeí 197. El Centro Cultural Donana volvió a la actividad, gracias a la iniciativa de una nueva generación de voluntarios de la Baixada Fluminense, formada por agentes culturales, músicos, cineastas y artistas. En su primer año de funcionamiento, contando sólo con el apoyo de estos voluntarios, el cineclub realizó unas 200 sesiones de cine gratuitas, para niños y adultos.

Actualmente, Dida comenta que el Centro Cultural de Donana acoge a varios jóvenes quienes asisten para bailar, practicar capoeira, hacer círculos de lectura, crear sus películas y realizar una gran variedad de actividades. «Somos un club de cine, tenemos clases de capoeira, Maculelê Samba de Roda. Hay clases de danza urbana, de guitarra y de música. También ofrecemos a la comunidad la exposición, el debate y los eventos, ¿no? Por ejemplo, el Reggae Donana es una tierra de la historia de la música, tenemos el programa Donana na Rima, que es sobre el hip-hop, y tenemos una clase de moda: Sarau Donana, que continúa con la literatura, y la escritura «, comenta el coordinador.

Con la pandemia, la organización migró todo el contenido de las clases a internet, en el canal del Centro Cultural Donana y la coordinadora habló sobre la importancia de mantener vivo este trabajo. «Reconocemos hoy, tratando de hacer una gestión más seria y en el sentido de realmente llevar [este trabajo adelante], trayendo patrocinio para que podamos continuar y traer profesionales, o formar profesionales, para trabajar en la parte cultural. Y estamos en una pandemia, así que las reuniones son muy difíciles. Todas nuestras reuniones son por Internet, y volvemos en cuanto tengamos al menos el 70% de la población vacunada», concluye Dida.

Transformar el dolor en esperanza

A diferencia de la iniciativa anterior y desde hace muy poco tiempo, en Duque de Caxias, en el barrio del Pantanal, la semilla de la esperanza está plantada desde hace poco más de un mes, en el Espaçio Emily y Rebecca.

Con un inicio inspirado en un triste momento de dolor para el barrio de Pantanal, en Duque de Caxias (RJ), este espacio surgió del luto causado por la pérdida de las primas Emily y Rebecca, de 4 y 7 años, respectivamente. Fueron asesinadas en una acción policial desproporcionada y criminal que tuvo lugar el 4 de diciembre de 2020 y que sigue siendo investigada.

El colectivo Movimenta Caxias, que acompañó y acogió a las familias de los primos, decidió no detenerse para ofrecer un servicio de acogida muy necesario. La organización unió fuerzas con los residentes incómodos con la situación y otros grupos para proponer un espacio en el que fuera posible rescatar y proteger los recuerdos de las pequeñas Emily y Rebecca, pero también proponer un futuro diferente para los niños de la región.

Carol Bulhões, una de las coordinadoras del espacio y miembro de Movimenta Caxias, cuenta que después de lo sucedido, tras tener contacto con los vecinos de «Reta» (una conocida calle del barrio de Pantanal), notó la demanda de los vecinos preocupados por los niños. «Conocimos a Tia Lúcia, la dueña del espacio, quien estaba interesada en actuar, y nosotros necesitábamos el espacio. Todo salió bien, ¿no? Y luego, cuando tuvimos la oportunidad de construir aquí, lo primero que vino a la mente de todos fue ‘el nombre tiene que ser Emily y Rebecca, esto no se puede olvidar'», dice Carol.

El objetivo es transparente: sacar a los niños de la calle, lejos de la violencia, dice la coordinadora. «Hoy en día estamos atendiendo a más de 150 niños con complemento escolar y clases de ballet. La familia de Emily viene todas las semanas, sus primos y su hermano dan clases aquí».

Las clases comienzan, los niños siguen llegando, y la «tía» Carol Salles, una de las coordinadoras del espacio, le recuerda a uno de los niños, que llegó apurado, la importancia de decir «buenas tardes», mientras recuerda lo que están haciendo allí. «Nuestro objetivo aquí es dar a los niños una visión diferente de la vida. Sabemos que lo que estamos haciendo es una labor y un compromiso de la educación pública. Pero nosotros, a falta de este trabajo, acabamos desempeñando este papel», complementa la también coordinadora, Carol Salles.

El Espacio Emily y Rebecca funciona en la Travessa Americana, en el barrio del Pantanal. Para cualquier contacto o contribución, basta hablar con el equipo de Movimenta Caxias en las redes sociales.