Clínica Amor por la Vida trabaja con residentes de favelas en el norte de Río de Janeiro
Esta iniciativa existe desde la década de 1990 y busca mejorar la condición física de las personas sin fácil acceso
En 1992, Sérgio Murilo fue atropellado por un camión, lo que provocó una hospitalización de 47 días. Después de someterse a dos operaciones en el fémur, Sérgio necesitó usar muletas durante más de dos años. Después de ser dado de alta, pasó por muchas dificultades hasta que consiguió el tratamiento de fisioterapia, ya que en el Sistema Único de Salud (SUS) era y sigue siendo muy lento y, sobre todo, muy costoso. Así nació la idea de crear Clínica Amor Pela Vida (Clínica Amor por la Vida).
Sérgio entonces sintió de primera mano lo que es ser pobre, ser frágil, necesitar atención médica especial y no tener recursos. Al mismo tiempo, observó que en la comunidad donde vivía había muchas personas en la misma situación: con secuelas de accidentes cerebrovasculares, cáncer de próstata y de mama, miembros amputados, y todos sin acceso a fisioterapia. Fue entonces cuando tuvo la idea de llevar algunos beneficios a quienes necesitaban una mejor atención.
Comenzó pidiendo a las iglesias locales y a amigos cercanos artículos como muletas, sillas de ruedas y sillas de baño, que donaría a las personas necesitadas. A veces incluso conseguía pañales.
Poniendo en acción la idea
En 1993, Sergio conoce a las fisioterapeutas Marli Garcez y Susana, y los tres elaboran un plan para empezar a ayudar a las personas necesitadas en casa. Tras el inicio de las consultas, surgió la necesidad de adquirir un espacio para montar una clínica, donde pudieran recibir más pacientes y con más comodidad. El hecho de que se movieran de una favela a otra también era complicado, ya que corrían muchos riesgos, ya que Parada de Lucas y Vigário Geral eran, en ese momento, facciones diferentes, lo que resultó en una frecuencia muy alta de tiroteos: los tres eran incluso a veces acorralado en medio del intercambio de disparos.
En la década de 2000, Sérgio, ya trabajando, tomó un préstamo para comprar una choza que estaba en venta en la localidad, con el objetivo de estructurar mejor el proyecto y construir un local permanente. Pero la cantidad no fue suficiente, lo que lo llevó a buscar al pastor efectivo, en ese momento, Josué Rodrigues de Oliveira, de la Iglesia Presbiteriana de Betânia. Sérgio luego explicó su historia y habló de la necesidad de una clínica de fisioterapia en el lugar, idea acogida por el pastor, quien donó el monto restante para la compra.
Ese día, Sérgio Murilo fue reconocido como Misionero Urbano, cargo que aún hoy ocupa en la iglesia. El dinero para la construcción de la clínica provino de la recolección y venta de cartuchos de tinta vacíos para impresoras. En 2003 finalizó la obra del primer piso, convirtiéndo así en una realidad física el Proyecto Clínica Amor por la Vida, a pesar de estar ya registrado y en funcionamiento desde el 20 de septiembre de 1993.
Propósito de la Clínica Amor por la Vida
Sergio Murilo habla con cariño de esta importantísima labor: “El objetivo de la clínica es proporcionar a los pacientes un tratamiento de fisioterapia y rehabilitación, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de cada uno, ayudando a su reinserción en la sociedad y, siempre que sea posible, promover la vuelta al mercado laboral. En todos estos años, el impacto en la vida de las personas atendidas ha sido muy grande”, dice.
Sérgio también dice que muchas personas no pueden moverse por sí mismas y tampoco tienen dinero para pagar un automóvil. Con una atención de calidad en el barrio, dentro de la comunidad, esta situación es más fácil, ya que la persona no necesita viajar largas distancias para ser atendida – sin mencionar el mal transporte público, además de las veces que el paciente no tiene dinero para el pasaje o para un refrigerio durante la espera.
La Clínica Amor por la Vida está ubicada en la favela Parada de Lucas, atendiendo no solo a los habitantes de esta comunidad, sino también a los habitantes de otras favelas, como Vigário Geral y barrios vecinos. Sergio finaliza diciendo que los retos son grandes, afirmando que el espacio se ha quedado pequeño para la demanda de pacientes para ser atendidos. Además de ampliar la clínica, es un proyecto de futuro ofrecer un curso de cocina, ya que la cocina ya está a más de la mitad.
Sérgio agradece a Dios por bendecirlo a él, a las personas asistidas ya los compañeros a lo largo de esta trayectoria. Considera una victoria la alianza con el Instituto Nacional de Desarrollo Humano (INADH), lograda en diciembre de 2023.
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