Organización amazónica facilita e inserta a las poblaciones locales en convocatorias y patrocinios; el objetivo es asociar a los agentes culturales con la defensa del territorio en tiempos de cambio climático
*Regatão* es como el pueblo de la Amazonía llama al barco que va de comunidad en comunidad intercambiando mercancías: comprando productos del bosque y vendiendo alimentos, artículos de higiene personal, materiales de construcción, electrónicos y todo lo que uno pueda imaginar.
*Regatão* también es el nombre del instituto que surgió para fortalecer la cultura en las comunidades de Alter do Chão, una de las regiones más bellas y vibrantes de Pará. Carimboleiros, artesanos, folcloristas, alegoristas, bailarines, coreógrafos, músicos, productores audiovisuales, actores… este destino turístico, conocido por su naturaleza, también es extremadamente creativo.
“Acá, todo el mundo tiene algún quehacer artístico, alguna práctica cultural, desde el carpintero que hace artesanías hasta el pescador que es carimboleiro, o el agricultor que compone música. Gente que crea alegorías, artesanías en paja, construye instrumentos con materiales orgánicos del bosque”, dice el productor cultural Zek Nascimento.
Alter do Chão
Zek es de Belém do Pará. Él y su compañera Marlena Soares, ribereña de Juruti, se encontraron en Alter do Chão hace años y, durante la pandemia, crearon el *Festival dos Rios*, un evento multicultural para celebrar las diversas expresiones culturales de la región.
El festival reunió a cantantes icónicos de la Amazonía, como Dona Onete y David Assayag, junto a artistas locales. Gracias a leyes de incentivo y al apoyo de Natura, el evento fue un éxito. Tanto, que ambos perfeccionaron la idea y convocaron a otros agentes locales para fundar juntos el *Instituto Regatão Amazônia*.
“Después del festival, notamos los impactos en las comunidades: algunos muy positivos, como fortalecer la autoestima de la gente al ver su identidad cultural valorizada en una programación diversa. Pero también vimos que el ecosistema cultural del territorio aún necesitaba un trabajo más estructural”, explica Zek, hoy uno de los directores del instituto.
“Entendimos que no servía de nada tener acceso a marcas, financiamiento o convocatorias para hacer un gran proyecto, un festival impresionante, mientras cientos de expresiones culturales ancestrales de la comunidad, auténticas, no accedían a esos recursos ni se veían como agentes de cultura”, agrega.
Instituto Regatão
Para insertar a la población local en las políticas públicas de cultura y valorizar esas expresiones, Zek y Marlena crearon una propuesta innovadora: vincular a los agentes culturales con la defensa del territorio, contribuyendo así a enfrentar el cambio climático.
“Observamos, especialmente Marlena, que viene del área ambiental, que muchos fondos para adaptación climática no consideraban la vida ni la identidad cultural de las comunidades. Pero desde el *Festival dos Rios*, notamos que la cultura juega un papel clave en el desarrollo del territorio”, comenta Zek.
Para el instituto, la cultura es estratégica para mantener a las poblaciones en el bosque. “Nuestro lema es *cultura viva, territorio protegido*”.
Protección del bosque
El *Instituto Regatão* trabaja con varias dinámicas. La primera es el mapeo de iniciativas, mediante talleres de escucha. Todos son convocados: maestros y maestras de cultura, representantes de consejos comunitarios, asociaciones barriales, grupos folclóricos, colectivos de teatro, danza y música, quienes trabajan con cultura alimentaria y comunicadores populares.
“Hacemos ese mapeo y un diagnóstico para entender las dificultades de los agentes culturales, los obstáculos que enfrentan. Luego, iniciamos un acompañamiento, trabajamos en su autoestima para que reconozcan su potencial. Después, desarrollamos proyectos junto a ellos”, detalla Zek.
El instituto ofrece capacitaciones adaptadas a cada grupo: desde cómo elaborar un presupuesto con cronograma y planilla de actividades, hasta el seguimiento de la ejecución de los proyectos.
Tradición y cambio climático
La expectativa, según Zek, es crear un fondo común para todos los proyectos apoyados, simplificando la rendición de cuentas.
“Las familias que hacen artesanías, por ejemplo, extraen la paja del bosque. ¿Cómo ponerle precio a eso? No se puede emitir una factura por esa actividad. Queremos que el recurso sea más flexible para que la comunidad no tenga esos problemas y se enfoque en lo importante”.
El año pasado, el instituto se alió con *Farm*, una marca de ropa famosa por sus estampados tropicales. El área de responsabilidad social de la empresa los invitó a colaborar en una convocatoria exclusiva para organizaciones amazónicas.
El proyecto, llamado *Refarm Cria*, recibió medio millón de reales. El *Instituto Regatão* usó su experiencia para seleccionar 20 colectivos en los nueve estados de la Amazonía Legal, apoyando acciones culturales con impacto ambiental positivo. Cada iniciativa recibió 25 mil reales.
“Para muchas asociaciones, fue la primera vez que recibieron recursos para mejorar lo que ya hacían hace años. Esto podría replicarse en otros lugares, iniciativas así podrían impactar a mucha más gente”, concluye Zek.
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