La campaña «Cero desahucios» trabaja para proteger a las familias vulnerables
La campaña ha ayudado a más de 22 mil familias desde el inicio de la pandemia
Crédito: Divulgación
Por: Eduarda Nunes – Lupa do Bem / Favela em Pauta
Miles de brasileños que tuvieron que lidiar con una serie de vulnerabilidades también tuvieron que enfrentar el aumento del desempleo, los precios de los alimentos y las dificultades para acceder a la educación, por ejemplo. En este escenario se creó, a mediados de 2020, la campaña Despejo Zero, que pretende proteger el derecho a la vivienda de estas personas.
«Escuchamos por todos lados la orientación de ‘quedarse en casa’, pero también vimos que muchas familias estaban siendo desalojadas y sacadas de su lugar de residencia», comenta Raquel Ludermir, que forma parte del Grupo de Trabajo de Incidencia Política. Dice que fue a partir de la constatación de esta vulneración de derechos que se empezó a desarrollar la campaña.
Además, la falta de datos oficiales sobre estos desalojos, amenazas y traslados forzosos impulsó a las 170 organizaciones que conforman la iniciativa a actuar.
La campaña Despejo Cero cuenta con tres grandes grupos de trabajo (GT). El grupo de mapeo identifica y notifica los casos citados, además de cuantificar el número de familias que ven vulnerado su derecho a la vivienda. Actualmente, alrededor de 132.000 familias, es decir, más de medio millón de personas viven con la incertidumbre de poder estar en su casa al día siguiente. Además, otras 27.000 familias, casi 100.000 personas, han perdido su vivienda durante la pandemia.
El GT de Comunicación denuncia y da visibilidad a estas amenazas y violaciones de la ley, mientras que el grupo de Incidencia Política se dedica a los casos que no son monitoreados por los defensores públicos de los estados.
A partir de este trabajo de casi dos años, la campaña Despejo Zero se ha consolidado como una de las principales fuentes sobre el derecho a la vivienda y Covid-19 en Brasil. Raquel dice que son buscados por los medios de comunicación tradicionales e independientes cuando se trata de la situación de estos miles de brasileños, que no tienen tranquilidad sobre su propio techo.
«No es tan fácil presentar los hechos de las familias amenazadas. Generalmente, la principal narrativa sobre esta situación es en relación a la criminalización de estas personas que ‘estaban ocupando lo que no es suyo’, y no el hecho de que estas personas tuvieron su derecho a la vivienda violado», analiza la doctora en Desarrollo Urbano y coordinadora de Incidencia Política de Hábitat para la Humanidad Brasil.
Aun con las dificultades, la iniciativa afirma que más de 22.000 familias han sido protegidas desde el inicio de la pandemia, tanto por la acción directa de la campaña como por la decisión del Supremo Tribunal Federal (STF) de suspender o prohibir los desalojos durante la pandemia.
Sin embargo, el período de validez de esta medida terminó el 31 de marzo y la mayor lucha de la campaña Despejo Zero ahora es conseguir otra prórroga. «Se trata de una bomba de relojería, una tragedia anunciada que puede tener dimensiones catastróficas, en un contexto en el que vivimos una parálisis total de las políticas de vivienda». Raquel llama la atención sobre los recortes en los recursos para los programas de construcción de viviendas destinados a la población de bajos ingresos, y también sobre el hecho de que la población sin hogar ha aumentado de forma espectacular en los últimos años, como consecuencia de varios factores.
Desahucio cero: Cómo seguir y apoyar
En la página web de la campaña, la gente puede apoyar la iniciativa denunciando los desahucios o uniéndose como entidad que trabaja para promover los Derechos Humanos.
«Tenemos que entender que el desalojo no es sólo perder la casa, es perder el lugar de descanso, de salud, perder el acceso al SUS, porque una persona sin dirección no tiene acceso [al sistema de salud]. También se está perdiendo la matrícula escolar, así como el lugar donde el niño estudiaría. Es una situación alarmante que afecta no sólo al derecho a la vivienda», advierte Raquel.
«Decimos que la vivienda, de hecho, es una puerta de entrada a todos los derechos humanos», concluye.