En contra de las malas noticias, la agroforestería
Las iniciativas de regeneración de suelos y vegetación han actuado contra esta mala noticia.
Crédito: Divulgación / MST
Por: Eduarda Nunes / Lupa do Bem – Favela em Pauta
Como canta Jorge Ben Jor, Brasil es un país tropical «bello por naturaleza», pero una parte importante de esta belleza ha sido continuamente degradada por la acción humana. Actualmente, el país atraviesa uno de los períodos más difíciles en lo que respecta al medio ambiente, con una sequía histórica que puede interferir en la forma en que consumimos la electricidad. Pero incluso en este escenario tan poco alentador, todavía hay algo que esperar.
Las iniciativas de regeneración del suelo y la vegetación han actuado contra estas malas noticias. Aunque con pocos incentivos institucionales, iniciativas sostenibles, como los sistemas agroforestales, han ido rehabilitando espacios que habían sido devastados por el mal uso del suelo o la degradación de los ríos. De este modo, las familias rescatan el potencial de la tierra mientras producen alimentos para su subsistencia y también para su comercialización.
El día en que se cumplió un año de la ruptura de la presa de Brumadinho (MG), en enero de 2020, el Movimiento Sin Tierra (MST) lanzó el Plan Nacional «Plantemos árboles, produzcamos alimentos sanos», que pretende plantar 100 millones de mudas en 10 años. La iniciativa es una alternativa al modelo de explotación de los recursos naturales que está en marcha en toda América Latina. Y es una más entre otras que también están en esta carrera por preservar nuestros recursos.
En los países latinoamericanos están muy presentes los monocultivos (grandes plantaciones de una sola especie) orientados al comercio exterior. Aunque generan beneficios económicos, también provocan el secuestro y el empobrecimiento de la tierra. Una tierra sana necesita una rotación de cultivos que permita recuperar lo eliminado y la producción de otras vitaminas. Para tratar de mantener la productividad del suelo y también para acelerar el tiempo entre la siembra y la cosecha, los agricultores utilizan fertilizantes y pesticidas químicos, que influyen en la calidad de los alimentos que llegan al plato del consumidor.
Otra actividad que también es importante destacar es la minería, que afecta tanto al suelo como a los ríos. La forma de extraer los minerales exige deforestar y empobrecer la zona, produciendo un lodo que es altamente tóxico y consume mucha agua. En situaciones recientes de ruptura de presas mineras en Minas Gerais, pudimos comprobar cómo la fatalidad que supone llevar a cabo esta actividad puede afectar también a las vidas humanas que están implicadas.
En este escenario, los sistemas agroforestales surgen como un respiro. Son la combinación de la plantación de árboles y los productos agrícolas en un intento de reequilibrar los compuestos de la tierra. Una mezcla de bosque y campo que funciona muy bien y tiene referencias a las prácticas tradicionales indígenas, según André Luiz Soares, del colectivo nacional «Plantar árboles, producir alimentos sanos».
La agrosilvicultura fertiliza el suelo de forma orgánica, sin el uso de productos químicos para acelerar los resultados, y hace viable todo el ciclo de nutrición de la tierra. Los cultivos orgánicos preparan el suelo para los árboles que aportan hojas, frutos y ramas, que son materia orgánica que será absorbida por las plantas. Con el tiempo, la fauna y la flora locales reaparecen y las zonas degradadas se recuperan.
El mencionado Plan Nacional «Plantemos árboles, produzcamos alimentos sanos» lleva más de un año promoviendo acciones de siembra en todo el país con la intención de revertir las condiciones insalubres que estas actividades ponen en los suelos. Además de esta campaña, el MST gestiona tres agroforestales en São Paulo, Paraná y el sur de Bahía.
André Luiz afirma que uno de los principales retos, además de la falta de valoración gubernamental de este trabajo de cuidado del suelo y producción de alimentos, es la concienciación de los agricultores sobre la rentabilidad de este tipo de plantaciones y la necesidad de repensar la forma de producir alimentos. Actualmente, estos agroforestales y otras plantaciones pertenecen a familias asentadas por el MST que abastecen a Armazéns do Campo, mercados callejeros, cooperativas y agroindustrias de todo Brasil.
Crédito de la imagen: Divulgación/MST