La república joven de Celeiro Vó Tunica promueve la autonomía y la inclusión en la Zona Sur de San Pablo
Las casas reciben a mujeres jóvenes recién salidas de SAICAs y ofrecen apoyo individual completo durante toda su estancia
Celeiro Vó Tunica es una organización de la sociedad civil que ofrece alojamiento gratuito a jóvenes de 18 a 21 años en situación de vulnerabilidad social. El alojamiento tiene forma de albergue juvenil y recibe especialmente a mujeres jóvenes que están en proceso de salir de los SAICAS, como se denomina a los albergues para niños y adolescentes en situación de abandono.
«En Celeiro Vó Tunica no sólo les proporcionamos alojamiento, sino que las recibimos, formamos y cuidamos. Las chicas tienen acceso a la enseñanza superior y muchas ya han salido del albergue con trabajo. Es una transformación en sus vidas», afirma Djane Sant’Anna, fundadora de la organización.
La OSC gestiona tres albergues juveniles, todos en Chácara Santo Antônio, un barrio de clase media del sur de San Pablo. Cada hermandad alberga a seis jóvenes a la vez, atendiendo a 18 chicas en total. Para garantizar este resultado, trabaja un equipo de profesionales voluntarios, que incluye psicólogos, profesores y mentores.
Plan de desarrollo individual
Para vivir en los albergues juveniles de Celeiro Vó Tunica, hay que pasar por un proceso de selección mediante una entrevista. Al ingresar, las chicas elaboran un Plan de Desarrollo Individual y, con dedicación y apoyo institucional, se las estimula a alcanzar los objetivos estipulados.
El plan se revisa cada seis meses y se ajusta al estilo de vida de cada chica. Las casas tienen la estructura completa de una residencia privada, incluido el acceso a Internet y equipos como lavadoras y otros electrodomésticos. Un gestor y un trabajador social trabajan en la casa todos los días.
Las chicas también tienen acceso a atención médica y dental. «Estas niñas nunca han tenido a nadie que les pregunte si tienen deberes, si mañana tienen un examen, si tienen algún trabajo que hacer… Hacemos este seguimiento, igual que hacemos con nuestros hijos», dice Djane.
Zona sur
Para Djane, el hecho de que los albergues de Celeiro Vó Tunica estén situados en un barrio de clase media de la Zona Sur de San Pablo garantiza a las chicas el acceso al transporte público, lo que les facilita los desplazamientos. La privilegiada ubicación también permite a las chicas, que viven en SAICAS de la zona, alojarse en el domicilio familiar.
Djane cuenta, por ejemplo, que antes de fundar la institución, junto a su marido, fueron familia de acogida de una chica que acabó renunciando a vivir en un albergue juvenil porque no había ningún servicio en las inmediaciones del centro de acogida.
«En 2018, nos convertimos en padrinos emocionales de una joven a través del Instituto Haciendo Historia. En el proceso, comenzamos a socializar con los niños en un SAICA y fuimos elegidos por una chica de 17 años, pero ella se escapó del refugio antes de cumplir los 18, porque el refugio estaba en la zona de Santo Amaro y en ese momento no había albergues cerca. Iba a ser trasladada a la Zona Este, pero todas sus referencias estaban allí: trabajaba en el Mercado y estudiaba en una escuela del barrio».
República joven
La sororidad juvenil forma parte de una política pública destinada a jóvenes de ambos sexos con vínculos familiares rotos o extremadamente frágiles, que están en proceso de ser dados de alta de instituciones de acogida, sin posibilidad de volver con su familia de origen o de ser colocados con una familia sustituta y que no tienen medios para mantenerse.
Todavía no existe una ley federal que garantice un amplio acceso a los albergues juveniles, ya que el proyecto de ley 1118/22, que trata del tema, sólo fue aprobado por el Senado en septiembre de 2022 y ahora está siendo analizado por la Cámara de Diputados. Aún así, este tipo de alojamiento ya se gestiona a través de convenios entre ayuntamientos e instituciones sin ánimo de lucro.
Según el último informe del IPEA, en 2018 había 30 unidades de este servicio en todo Brasil, ubicadas en 19 municipios (en nueve estados y tres regiones). En San Pablo, hay actualmente 18 albergues juveniles en convenio con el ayuntamiento.
Celeiro Vó Tunica
Según Djane Sant’Anna, los albergues juveniles de Celeiro Vó Tunica no tienen convenio con el ayuntamiento porque éste impone ciertos límites. «Sin el acuerdo del ayuntamiento, puedo gestionar y seleccionar a las chicas», explica.
Destaca que las residencias de Celeiro Vó Tunica buscan jóvenes que realmente quieran transformarse: «Hay que tener determinación, todas las residentes tienen que trabajar, estudiar, hacer la limpieza, siempre hay una actividad los sábados, así que requiere esfuerzo, es un ritmo de disciplina», continúa Djane.
Los hogares se mantienen con el patrocinio de empresas y mediante donaciones. Entre las empresas patrocinadoras se encuentran el Instituto Lévy e Salomão, Guy Carpenter, BMG Seguros y otras. También hay asociaciones con empresas como Syngenta, Banco Alfa, Doutor 123, Uninove, etc.
«Cuando lanzamos Celeiro, celebramos un cóctel, invitamos a amigos y clientes y preguntamos quién quería embarcarse en esta iniciativa con nosotros. Pusimos en marcha el crowdfunding y hoy tenemos algunas empresas que nos apoyan. Y seguimos organizando cenas benéficas, happy hours, sorteos, rastrillos, venta de productos… Estos son los recursos que utilizamos», explica.
Jóvenes invisibilizados
Djane es psicóloga y lleva más de 30 años dirigiendo su empresa de consultoría vinculada al desarrollo de las personas. Es hija de la abuela Tunica, en cuyo honor se bautizó el instituto. Djane recuerda que apadrinar cariñosamente a una niña que vivía en una SAICA despertó una auténtica inquietud que desembocó en la fundación de Celeiro Vó Tunica.
«Era muy angustioso convivir con mi ahijada y toda la desesperación y angustia que cargaba. Nunca me había parado a pensar en lo que les pasaba a los jóvenes que vivían en los SAICA. ¿Qué pasaba cuando ese joven cumplía 18 años y dejaba de ser responsabilidad del Estado?», se pregunta.
Para la psicóloga, se trata de una población invisibilizada, con historias de vida ligadas al abandono y a la violencia, que tienen que convivir con complejas problemáticas emocionales. Recuerda que en este contexto, muchos jóvenes son acosados por el crimen organizado y cuenta que su propia ahijada se involucró con una persona que trabajaba para el narcotráfico y, como consecuencia, terminaron perdiendo contacto.
«Esto me creó una sensación de malestar y sentí que tenía que hacer algo. En 2019, mi madre falleció y mi padre decidió repartir sus bienes. Con estos fondos y con el apoyo de Helena, la gerente de la SAICA a la que solía acudir, y Tereza, la contable, creamos la OSC», recuerda.
Autonomía e inclusión
Las clases de inglés, de portugués y de matemáticas, así como las conferencias, forman parte de la rutina de los residentes de Celeiro Vó Tunica. Además de estas actividades, Celeiro también mantiene asociaciones con empresas y universidades y promueve la educación y la gestión financiera. A las jóvenes trabajadoras, por ejemplo, se les anima a ahorrar el 50% de su salario para garantizar la sostenibilidad cuando dejen la hermandad.
Las charlas forman parte del Programa Mujer y Punto y tratan temas como la salud mental, la salud reproductiva de la mujer, la violencia sexual y la cualificación para el mercado laboral, entre otros. Celeiro también garantiza un amplio acceso a métodos anticonceptivos para que las chicas no se queden embarazadas durante este proceso de desarrollo individual.
«La palabra que nos define es este trabajo en singular. Hemos transformado profundamente la vida de 18 niñas a la vez. Aquí tenemos jóvenes que estudian administración de empresas, trabajo social, gestión de seguros, economía y recursos humanos. Este año, una de las chicas que completó el ciclo en el Celeiro se fue con un piso, estudiando arquitectura y con un trabajo de CLT. La otra está trabajando en el Hospital Einstein, así que podemos ver que cada una ha encontrado su propio camino», dice Djane con orgullo.
¿Quieres apoyar esta causa?
Celeiro Vó Tunica cuenta con el sello Doar de gestión y transparencia. Los donativos pueden hacerse a través del PIX: CNPJ: 35.785.861/0001-07.
La OSC también trabaja con voluntarios. Para saber más, visite su sitio web o sígalos en Instagram y LinkedIn.