Una segunda oportunidad: la lucha de Dejamos Huella por las mujeres víctimas de violencia en Colombia

¿Qué pasa cuando tu propio hogar, el lugar donde deberías sentirte segura, se convierte en una trampa de miedo y dolor? ¿Qué ocurre cuando los gritos apagan tu voz y la violencia borra tu identidad?

Por Ángela Moreno

En Colombia, miles de mujeres viven esa realidad. Entre 2016 y 2023, más del 70% de los casos de violencia intrafamiliar registrados tuvieron como víctimas a mujeres, según datos del Ministerio de Justicia. Solo en 2023, la Policía Nacional reportó más de 119.000 casos y más de 84.000 de ellos fueron agresiones contra mujeres en su entorno más íntimo: el hogar.

Estas cifras no son solo estadísticas, son gritos silenciados, vidas interrumpidas, infancias marcadas. Pero en medio de este panorama, hay quienes deciden no mirar hacia otro lado. Hay quienes luchan, quienes extienden la mano y dicen: “aquí puedes volver a empezar”.

Una de esas personas es Ángela Herazo, fundadora de Dejamos Huella, una fundación con sede en Bogotá, que desde hace más de una década trabaja para apoyar a mujeres víctimas de violencia de género, especialmente aquellas en condiciones socioeconómicas vulnerables.

“Después de enfrentar serios problemas de salud, donde los médicos me decían que no volvería a caminar, encontré una fuerza interior que me cambió la vida. Supe entonces que debía compartir esa fuerza con otras mujeres, para que ellas también encontraran su propio camino”, cuenta Ángela. Así nació Dejamos Huella.

Un espacio para sanar, aprender y reconectar

Más de 4.500 mujeres han recibido acompañamiento en la fundación y más de 3.000 niños y niñas han sido beneficiados con programas de alimentación, educación y espacios de juego. Hoy, 150 mujeres reciben atención psicológica, pedagógica y social de forma permanente. Para muchas de ellas, Dejamos Huella no es solo una organización: es una familia.

Alexandra Ortiz, madre de cuatro hijos, llegó a Dejamos Huella después de haber tocado muchas puertas sin encontrar una respuesta. “Desde pequeña viví en violencia. Con el tiempo me desconecté de mí misma, me perdí. Fui a varias organizaciones, pero solo aquí sentí que alguien realmente me veía, me escuchaba. Aquí encontré una familia. No quiero salir de este lugar”.

Historias como la de Alexandra se repiten a diario. Mujeres que recuperan la esperanza, que aprenden oficios, que vuelven a estudiar. Mujeres que se reencuentran con sus hijos, con sus sueños, con su dignidad.

Emplear para empoderar

Además de brindar acompañamiento integral, Dejamos Huella ha creado una unidad de catering, con una cocina certificada, que sostiene financieramente a la fundación. A través de ella, se ofrecen almuerzos y refrigerios corporativos a empresas aliadas y clientes comprometidos. Esta cocina no solo alimenta cuerpos, sino también futuros, ya que permite generar los recursos necesarios para brindar apoyo y servicios a más mujeres.

Porque todas merecen una segunda oportunidad

En un país donde las rutas de atención aún están marcadas por la burocracia, los prejuicios y la falta de enfoque diferencial, organizaciones como Dejamos Huella se convierten en refugio, en voz, en faro.

Porque ninguna mujer debería caminar sola después de la violencia. Porque sanar no debería ser un privilegio. Porque todas merecen una segunda oportunidad.

Y en Dejamos Huella, esa oportunidad empieza con un abrazo, una escucha y la certeza de que sí es posible volver a empezar.

Compartilhe esse artigo
Facebook
LinkedIn
X
WhatsApp
Telegram
Threads