Rescatar la dignidad de los trabajadores: conozca el Centro de Defensa de la Vida Carmen Bascarán
ONG de Maranhão recibe a trabajadores en situaciones similares a la esclavitud; la falta de escolarización favorece la violación de derechos
Jornadas de trabajo agotadoras, servidumbre por deudas, privación de libertad, retención de documentos, alojamiento inadecuado y mala alimentación. Estas son algunas de las principales características del trabajo similar a la esclavitud. «Muchas víctimas, sin embargo, desconocen que sus derechos han sido vulnerados», advierte Yoná Luma, coordinador ejecutivo del Centro de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos Carmen Bascarán.
Con esta lista en la mano, los responsables de la ONG en Açailândia, en la región meridional de Maranhão, reciben a los trabajadores en su sede, comprueban los hechos y denuncian la práctica a las autoridades.
«La gran mayoría acude a nosotros para hablar de atrasos salariales porque, desgraciadamente, hay una normalización de las condiciones de trabajo degradantes, como si fueran inherentes al trabajo agrícola. Pero si vemos que no se trata sólo de un retraso en el pago, les alertamos de que son víctimas de un delito laboral similar a la esclavitud», dice Yoná.
Explica que éste es un momento crucial, ya que reconocer a una víctima no siempre es fácil: «Entonces empieza todo un proceso de concienciación sobre las condiciones de trabajo degradantes. Y es algo muy difícil de hacer y un ciclo que lleva mucho tiempo romper, porque recibimos trabajadores que ya han sido rescatados cinco veces.»
Derechos humanos
La Operación Resgate IV, realizada en agosto de 2024, identificó en un solo mes a casi 600 víctimas de trabajo análogo al de esclavo en todo Brasil, la mayoría de ellas en el sector agrícola.
En la región de Açailândia, el Centro de Defensa de la Vida contribuyó a cinco inspecciones a lo largo del año, en las que cada campaña rescató a una media de 8 trabajadores. «Es un número elevado, pero sabemos que hay mucho subregistro, porque a menudo no hay suficiente personal de inspección», afirma el coordinador.
Entre los principales factores que llevan a las trabajadoras a someterse a violaciones están la pobreza extrema, la baja escolarización y la falta de acceso a políticas públicas de asistencia social. Yoná señala que el proceso de subcontratación y el uso de estrategias dudosas también han mantenido un flujo de trabajadores en estas condiciones.
«Hay muchas explotaciones de difícil acceso. Además, aquí se están formando conglomerados de carbonerías que subcontratan a grandes acerías. Los trabajadores son contratados por poco tiempo por cada una de ellas, rotando. Así que cuando llega el equipo de inspección, a menudo no pueden sancionarlos porque los trabajadores ya no están allí, ya se han marchado…»
Trabajo análogo a la esclavitud
Según Yoná, hay dos perfiles de trabajadores rescatados: el padre de familia, que se somete porque los niños no tienen nada que comer en casa. Y otro perfil más actual, formado por personas que no tienen nada que perder. «No tienen sueños, ni metas, ni siquiera tienen documentos».
«Nos llegan muchos treintañeros que parecen cincuentones. Les preguntamos qué esperan del futuro, pero no saben qué decir, dicen que nunca han tenido tiempo de pensar en ello, que llevan trabajando desde los 14, 15 años. Así que es un sistema diseñado para cosificar a estas personas, para que no se reconozcan como seres humanos con derechos. Y esto viene de lejos. Hoy trabajan como esclavos adultos, pero empezaron trabajando como niños», advierte.
Si, por un lado, la falta de perspectivas empuja a los trabajadores y trabajadoras a una situación análoga a la esclavitud, por otro, los empresarios con buena presencia y alto poder adquisitivo cometen el delito. «Muchos de los sitios que han sido multados son propiedad de gente acomodada, que cree en Dios, que se pone esa capa moralista y comete un delito tan atroz como éste», dice Yoná.
¿Quién era Carmen Bascarán?
Situada en la Amazonia, la región de Açailândia alberga grandes siderurgias, haciendas ganaderas y productores de eucalipto. Allí aterrizó la española Carmen Bascarán cuando llegó a Brasil en los años 90 como misionera comboniana vinculada a la Iglesia católica.
«Empezó a visitar carbonerías, granjas y otras empresas en las afueras de Açailândia, y fue testigo de cómo los trabajadores vivían en una situación análoga a la esclavitud», recuerda Yoná. La iniciativa de crear el Centro de Defensa de la Vida y los Derechos Humanos partió de Carmen, cuyo nombre se incorporó más tarde a la asociación en su honor.
«Un trabajador llegó huyendo de una granja, extremadamente herido, física y psicológicamente. Se enteró de que se estaba creando un centro de defensa de los derechos humanos en la ciudad. De hecho, había dos trabajadores. Desgraciadamente, el otro trabajador no llegó porque uno de los esbirros de la granja le disparó y murió. Entonces la gente empezó a darse cuenta de que no se trataba sólo de un delito de violación laboral, sino de algo mucho más fuerte, mucho más violento».
La dignidad de los trabajadores
Para combatir el trabajo esclavo se necesitan cada vez más políticas públicas de transformación social, erradicación del hambre, lucha contra la desigualdad, formación y cualificación profesional. «Pero hacer sólo esto no sirve de nada, hay que responsabilizar a las empresas, la sociedad en su conjunto también tiene que comprometerse», subraya Yoná.
«La persona que llega al Centro como víctima de un trabajo análogo al de esclavo es una persona colectiva y no individual, por lo que nuestras actividades nacen de ahí, desde el momento en que entendemos que esa víctima tiene familia, hermanos, hijos, cónyuge. En resumen, forman parte de un contexto comunitario».
Centro para la Defensa de la Vida
El Centro Carmen Bascarán para la Defensa de la Vida y los Derechos Humanos invierte en la formación cultural y artística de niños y adolescentes para combatir el trabajo esclavo desde edades tempranas. «El arte y la cultura tienen un poder liberador que sensibiliza, valora a las personas y transforma vidas. La mayoría de los profesionales que hay hoy en Açailândia, por ejemplo, surgieron de las actividades del Centro», afirma orgullosa la coordinadora.
El Centro también imparte cursos de formación profesional en las comunidades donde actúa, desde la periferia de Açailândia hasta la periferia de la Baixada Maranhense. Los cursos van desde construcción, operación de maquinaria pesada, electricista, mantenimiento de aire acondicionado, artesanía, manicura, pedicura, dulces y salados, corte y confección, entre otros.
«Tenemos una línea de acción muy fuerte con las mujeres. Ofrecemos actividades físicas, apoyo para el fortalecimiento emocional, formación en derechos y también ofrecemos recursos para emprender un negocio, porque nos damos cuenta de que en el propio rescate del trabajo esclavo se invisibiliza a la mujer.»
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El Centro Carmen Bascarán para la Defensa de la Vida y los Derechos Humanos trabaja a través de convocatorias, colaboraciones y donaciones. Los voluntarios son siempre bienvenidos. Para más información, visita su web y síguelos en Facebook e Instagram.